A noche me dormí en el cóncavo placer de
tus cariño
y fue tan pausado y relajante
el sueño
que amanecí
sintiendo tus caricias.
Estábamos desnudos, en pelotas
el alma...
me tocaste el corazón
con tus suaves dedos...
y yo te abrace tan fuerte
tal como si no existieras.
Silvia Schoneke
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